Páginas

EL DINERO Y LOS DAÑOS MORALES


   Han pasado más de dos años desde que un personaje con cara desencajada declaraba públicamente, rodeado de cámaras de televisión: "Me dejaré la última gota de sangre para demostrar la chapuza que ha sufrido mi mujer". Su mujer era la auxiliar de enfermería española contagiada de ébola, y que recibió el tratamiento adecuado, fue cuidada por profesionales perfectamente preparados para la tarea y se aisló su caso con las máximas medidas de protección para que no hubiera más episodios derivados de su desgracia, la cual, parece ser, no siguió correctamente los pasos indicados para retirar el traje aislante que llevaba, lo que sugiere que la enferma pudo haber cometido algún error al ejecutar esa delicada operación.

   La gran chapuza a que hacía referencia arrojó como balance el sacrificio de Excalibur, el perro de la pareja, la sanación de su mujer y la contención del virus. Alrededor de esa historia, los oportunistas de siempre, acusaron al Gobierno de planear un exterminio encubierto, juguetearon irresponsablemente con la imagen internacional de nuestros médicos y miembros del personal sanitario, se burlaron del arrojo de nuestros militares cuando acudieron al foco de la epidemia a repatriar a dos de los nuestros, rozaron la agresión personal para defender a un perro, repartieron la noche de aquél día crítico un infecto SMS con el texto "Si se muere Teresa, todos a Génova"... que nos recordó unas tristes fechas del 11 de marzo de 2004.

   Como, felizmente, se solucionó el caso de Teresa Romero, ésta, junto a su marido Javier Limón y con el aplauso del inefable grupo que siempre aparece en esos casos, poniéndose al lado de la pareja y de sus reivindicaciones, acudieron a los tribunales después de que la Consejería de Sanidad rechazara en febrero de 2015 la reclamación de responsabilidad patrimonial, presentada por ambos en noviembre de 2014. La reclamación “por daños morales que les causó el sacrificio” de su perro Excalibur era de 150.000 euros.

   Para aquel que no hubiera seguido el suceso, hay que decir que el 8 de octubre de 2014, el equipo del Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, consideró que había un riesgo inasumible en el cuidado del animal, el cual había estado junto a su dueña, infectada del virus del ébola, y que, por tanto, había que sacrificarlo en evitación de posibles contagios; lo que se llevó a cabo por orden de la Comunidad de Madrid.

   No hay que entrar a valorar el gasto de la curación de Teresa, porque es de justicia la atención médica hasta su curación, pero se echa de menos alguna gratitud por la atención y desvelos prestados, incluyendo el sacrificio del perro para evitar otros contagios. Parecen muchos euros de reclamación por daños morales. Habría que valorar los daños morales de quienes padecieron los denuestos de aquellas gentes malintencionadas que trataron de confundir a la opinión pública, vituperaron a la Sanidad española y aprovecharon el momento para pedir dimisiones, como la de la Ministra del ramo.

   El Tribunal Superior de Justicia de Madrid acaba de poner sensatez desestimando las pretensiones de los dueños del can y les condena en costas. De aquella ola de indignación televisada por los medios de comunicación y las redes sociales, que generó protestas a las puertas del domicilio por parte de activistas –siempre hay activistas para todo- solo ha quedado, que no es poco, esta sentencia. Todo lo demás ha quedado para el recuerdo, hasta que otro Javier Limón acuda a los tribunales pidiendo amparo por daños morales.





    LOS NUEVOS ABOLICIONISTAS

   Se recrudece nuevamente el movimiento animalista que se inició en el año 2010 en Cataluña con una campaña para abolir las corridas de toros, impulsada por grupos nacionalistas e independentistas, que es sobre todo y ante todo, un ataque injustificado y arbitrario contra el derecho del ciudadano de acudir y disfrutar con una tradición profundamente arraigada en la conciencia y el espíritu de una buena parte de la sociedad. Los nacionalistas utilizaron la causa de la protección de los animales como excusa, pero detrás de la justificación animalista se escondía el antiespañolismo enfermizo que detentaba el poder en Cataluña. 


   Aún muchos recordamos cómo acabaron algunos nacionalistas con los últimos toros de Osborne en Cataluña –aserrándoles las patas-  como para que nos quisieran hacer creer que aquella intención de prohibición de la fiesta nada tenía que ver con esa esquizofrénica y liberticida obsesión de los nacionalistas por erradicar de Cataluña todo lo que pueda enturbiar su delirante "hecho diferencial".

   La nomenclatura política catalana permitió un ensayo prohibicionista que intentaba prevalecer sobre el albedrío personal. La absurda prioridad de esa clase dirigente desquiciada por sus obsesiones impuso una agenda liberticida para eliminar la presencia de un rito universalmente asociado a la cultura española, pretendiendo pasar por encima del arraigo popular de la fiesta, de su acervo histórico, de su tradición artística y de su valor económico, y sobre todo laminar la autonomía personal y la capacidad de decisión de cientos de miles de aficionados catalanes.

   Prohibir la Fiesta de los toros supone un atentado contra los derechos individuales y contra un hecho cultural de máxima relevancia; las apelaciones a la libertad individual, a la diferenciación de opinión y de respeto por los gustos, las pasiones y las tradiciones culturales de cada uno fueron también absolutamente estériles y resulta inútil razonar contra quienes prefieren hacer oídos sordos a cualquier argumento objetivo, porque el dogmatismo seudocientífico impide a los «abolicionistas» reconocer que la tauromaquia forma parte esencial del arte y la cultura, dándose la incongruencia de encontrar en esa actitud «progresista» el llevar a algunos a defender el derecho a la vida del toro, pero a negárselo al ser humano concebido.



    EXCESOS VERBALES

   Es una lástima que muchos periodistas sigan tratando a algunos exdeportistas como si en la actualidad lo fueran siendo, como si lo que hicieron alguna vez o lo que consiguieron entonces pueda tapar todo lo que han hecho después, sea lo que sea. Se equivocan e insisten en el error; pero esto no tendría más trascendencia si sus errores solo fueran demostraciones de su propia ignorancia. El problema es que generalmente los periodistas crean opinión a mucha gente, sobre todo a aquellos menos formados y que, en la mayoría de los casos, son los más jóvenes.
   Diego Armando Maradona fue un jugador de fútbol extraordinario, posiblemente uno de los cinco mejores de los que la historia ha establecido en ese ranking que siempre existe para todo.
   De este personaje se escribió mucho y bueno sobre sus habilidades futbolísticas, que las tenía. Pero un personaje, para mantener la aureola de elegido tiene que serlo hasta el final de sus días, no se puede estar toda la vida viviendo de lo que uno fue hasta los 30 años. ¿Y después,  si el ídolo tiene realmente los pies de barro, hay que seguir manteniéndolo en el pedestal? 

   Se ha oído y leído hasta la saciedad el nombrar a este personaje como “Dios”, así, sin importar la blasfemia que esta denominación supone para la comunidad católica. Un individuo conocido por su carácter bronco y pendenciero, capaz de maltratar a mujeres sin distinción de proximidad; adicto a diferentes drogas, cuya adicción parece que inició por su paso en el Barcelona C.F. y que luego prosiguió en Italia, es este ídolo de barro en el que la mayoría de los cronistas deportivos ponen como ejemplo de deportista ante los jóvenes que inician su andadura con la mira puesta en ser futbolistas.
   Por si fueran insuficientes los ejemplos que ha ido dejando durante su azarosa vida, también ha sido uno de los voceros de la política social-comunista del régimen de los hermanos Castro, desde que estuvo una temporada intentando desintoxicarse y que, visto lo visto, no llegó a conseguir. En el programa televisivo “De Zurda” del canal latinoamericano Telesur, transmitido desde La Habana, definió al expresidente cubano, Fidel Castro, que tiene sometido al pueblo cubano a la más feroz dictadura que se conoce, como el «más grande de la historia», es decir, que ellos son los dos más grandes de la historia, sin lugar a dudas; aunque uno ya esté casi momificado y el otro a punto de ser irreconocible físicamente.


   Si este es el modelo en el que, según algunos periodistas, tiene que mirarse la juventud que aspira a ser algo en el deporte, más les valdría a estos predicadores de la estupidez dedicarse a una profesión en las que sus opiniones no fuesen nocivas para el futuro de la juventud, a la que se le debe requerir para un futuro mejor que la figura de Maradona; es decir,  lo que en los Juegos Olímpicos de Munich pronunció el barón Pierre de Coubertin “Citius, altius, fortius”

LOS MENSAJEROS DEL ODIO


   ¿Qué ha ocurrido en nuestra sociedad para que una parte de ella haya radicalizado el mensaje del odio, la manipulación de la palabra y de los textos, la caricaturización y ridiculización de sentimientos hondamente arraigados y, en definitiva, el insulto gratuito?

   Se ha soportado estoicamente a políticos muchos desahogos y groserías verbales, provenientes de personas sin cultura cuya impunidad venía otorgada por saberse protegido por la inmunidad casi total que el sistema otorga a los políticos; pero no es mera bestialidad e incultura –que también–, sino que siempre ha respondido a una estrategia global de proscripción de cualquier idea no coincidente con la que ellos han mantenido como una fe ideológica inquebrantable.

   Ahora ha aparecido una nueva “raza” que insulta y agrede a través de ese escaparate de cristales tintados que son las redes sociales, donde nunca sabes con certeza si realmente el que vilipendia es quien dice ser u otra persona. Es el escaparate de los cobardes –si realmente no se identifican- que utilizan el odio y la manipulación con mano de navajero. 


   Sigue habiendo una mayoría de mamporreros que patentizan la insuficiencia dialéctica y la falta de imaginación de quien, carente de argumentos, no sabe decir otra cosa que insultar; pero también se sabe que detrás de algunos de ellos hay gente con carreras universitarias, metiéndose en lodazales que responden más a la degradación de los modales, de la educación y de la enseñanza en nuestro país, azuzada y engordada por una supuesta izquierda  carente del mínimo respeto al ciudadano y que  ni siquiera se recatan un poco para ocultar sus sentimientos más sucios.

   Algunos de estos personajes mantienen un primitivismo ideológico coincidente en ocasiones a los niveles de los Años Treinta y demuestran que todo esfuerzo por pretender al menos una cierta honestidad intelectual haya desaparecido en profundidades abisales. De estos, algunos hoy, por mor de los movimientos políticos convulsos que padecemos, se han encontrado en posiciones de poder impensables en sus mejores sueños y han intentado hacer desaparecer vergonzantemente la maldad y mediocridad de sus argumentos esgrimidos anteriormente en las redes sociales, sin haber caído en la cuenta de que afortunadamente los hechos reprobables tienen vigilantes y tarde o temprano pasan factura.

   El problema surge cuando hay jueces que entienden que insultos a víctimas  y chanzas sobre el holocausto judío entra dentro del “humor negro” y amparado por la libertad de expresión. Considera el magistrado Pedraz  que los comentarios no son delictivos porque, en el caso del edil madrileño Zapata, no pretendía lesionar la dignidad de las víctimas del terrorismo, lo que nos hace pensar si su erudita definición del humor negro no será la consecuencia de sus particulares creencias políticas personales antepuestas a la ley.






DE FOLCLÓRICAS Y CHORIZOS


         Las folclóricas siempre me han parecido unas artistas que han merodeado entre las tablas de los teatros y la radio de los años 60; deformación del cansado de escuchar coplas que abominábamos los jóvenes extranjerizantes. imbuidos por la música anglosajona y americana. La legión de seguidores chocaban frontalmente con los nuevos aires musicales, pero el tiempo  -que todo lo coloca en el lugar que a cada cosa corresponde- ha dejado en el Olimpo a las voces que realmente lo han merecido. 


     Me sigue interesando igual de poco la copla y sus derivados –a pesar del tiempo transcurrido- pero me interesan las personas, independientemente de su condición. Los hechos punibles deben ser tratados por igual, sin depender del lugar que ocupe en la sociedad, por eso es indignante –y he puesto este ejemplo con intención- que una celebrité  del mundo de la música, que blanqueó dinero y colaboró en el encubrimiento de un delincuente de una trama inmobiliaria e institucional, esté hace mucho tiempo en la cárcel y sea continuamente la atención de buena parte de la prensa y las televisiones.

     Jordi Pujol i Soley ha sido durante 23 años presidente de la Generalidad de Cataluña y tanto a él como a sus hijos se les vincula con diferentes casos de corrupción y con la titularidad de abultadas cuentas corrientes en diferentes paraísos fiscales. Además, el patrimonio de la familia ha aumentado exponencialmente durante las últimas décadas, con intereses inmobiliarios en diferentes países, especialmente en Latinoamérica, utilizando su poder político y una impunidad en el delito mantenida durante décadas.


     Un continuo y permanente asalto a los fondos públicos, bajo la cobertura del dominio absoluto de Convergencia –el partido que lo sustentaba- sobre las instituciones catalanas hasta acumular una escandalosa fortuna. Está documentado que la fortuna asciende a más de 3.000 millones de euros y que esa fortuna se encuentra depositada en diferentes paraísos fiscales.

     ¿Cuántos de la familia Pujol están detenidos? Esporádicamente hay algún comentario sobre su situación y en particular cuando sale una nueva noticia de corrupción que afecte a alguno de sus miembros. Solo se habla de votaciones e independencia, porque ya lo dejó claro el patriarca en su comparecencia en el “Parlament” con su famosa frase: “"Si vas segando la rama de un árbol al final cae la rama (...) caerán todas y habrá sido responsabilidad de todos los que han practicado este tipo de política" Es decir todos quietos que tiro de la manta y se desploma el tinglado que hay montado.

     La cruda realidad española es que los Pujol viven libres y ricos y algunas folclóricas sÍ que están en la cárcel.

EL DIALOGO DE LOS PUÑOS

   Ya no es solamente la bravuconería de aquellos que tras de un seudónimo o de un  nombre de difícil comprobación, se dedican a insultar impunemente, cuando no a amenazar directamente con un odio engendrado en las entrañas del rencor. Es el recurso del cobarde que se ampara en el anonimato para sacar los instintos más viles. Son los voceros del miedo y el rencor y transmiten su podredumbre moral hasta convertir en hechos sus palabras.

   Son los hijos de la ira. Son energúmenos amparados en la sordidez de sus propias ideas que proliferan en cuadrillas y saltan como resortes ante cualquier opinión contraria a la de ellos. Ahora están pasando de las palabras a los hechos. Todo aquel que cuestione el credo trinitario que aglutina a la secta (la superioridad moral, el monopolio de la ofensa y la exclusiva del ingenio) es susceptible de acabar en la hoguera.

   A Jean-François Revel le daba en la nariz que el supuesto cadáver aún daría guerra. «El Muro —dijo entonces con el amargo escepticismo de los que están de vuelta— cayó en Berlín, pero no en los cerebros».  En efecto, el germen de imponer la razón por la fuerza sigue presente en un sector de la izquierda intransigente que se está instalando en la política española. Sacan a relucir los ideales y le dan esquinazo a las ideas. Confeccionan prestigios a medida y miden las costillas de los desafectos. Son los ínfimos inquisidores progresistas.

   Representan una alegoría de la frustración de esa izquierda incapaz de construir una mayoría alternativa desde los proyectos y las ideas, y que ante sus reveses se consuela con la fanática aclamación de la violencia.

   El recurso a la bofetada, a la embestida, al garrotazo, constituye un rasgo execrable de esa pasión viciada que los latinos tendemos a justificar como una variante temperamental del debate político. El objetivo es tachar de fascista al que discrepe y reducir al silencio a los herejes que no comparten sus ideas.Es un mal profundo el que existe en las colectividades que zanjan sus disputas políticas con bocas partidas y/o patadas en los riñones. Una enfermedad inoculada por el virus de la intransigencia, que a menudo traslada la culpabilidad sobre las víctimas y tiende a exonerar a los verdugos con vagas coartadas de hartazgo. 

   Cuando alguien, por su cuenta o por encargo, cree que su palabra más clara está en sus puños o en sus pies, todo lo que el hombre ha evolucionado regresa al origen del lenguaje de las piedras. 

   A Inma Sequí, vapuleada salvajemente por defender sus ideas

EL COCALERO Y EL CRUCIFIJO


   El insensato populismo revolucionario del que hace gala Evo Morales en todas sus actuaciones y presentaciones públicas, le vienen no tanto de su educación en un colegio católico y su posterior graduación en la UNAM mexicana, sino por  una pasantía en la guerrilla «indigenista» de Felipe Quispe y cuatro años de prisión por rebelión militar.

   El pintoresco Morales, que ha ido dejando huella de su zafia manera de comportarse allí donde ha podido presentarse, no pierde ocasión para demostrar sus hechuras y maneras revolucionarias, al margen de cualquier sentido de estado que todo dirigente que se precie debe transmitir.

   Ya no son solos los perjuicios que su caprichosa política, al margen de las fuentes del Derecho Internacional, están causando a las diferentes empresas extranjeras inversoras en Bolivia –especialmente las españolas-, sino que sigue la estela errática de sus compañeros en Cuba y Venezuela, tanto en política económica como aferrados a mandatos de dudosa legalidad, cuando no de total sometimiento a sus caprichosas formas de gobierno.

   Bolivia ha tenido la suerte de ser visitada por el Papa Francisco, dando así un espaldarazo –posiblemente inmerecido- a la política de Evo Morales, pero éste ha querido capitalizar la visita sacando a colación temas ajenos a la visita papal, con las disputas fronterizas con otro país y teniendo el bochornoso detalle de entregarle una cruz formada con el distintivo comunista de la hoz y el martillo.

  Y lo ha hecho precisamente presentando el distintivo de una ideología que más muertos ha producido en la historia de la humanidad. Como muy bien ha definido un periodista, la cruz del comunismo representa a la cruz de las tumbas, las de los millones de muertos que tan execrable ideología ha supuesto en muchas partes del mundo. No desfallecen estos “libertadores” en su creencia de redentores de la sociedad; de un mundo que llevan a la pobreza y la inanición, a esa propuesta inverosímil de la igualdad, pero que se empeñan en que ésta sea siempre por debajo.