AFRICA SANGRIENTA
Se ha conocido la
noticia de la detención de Caesar Achellam, mano derecha y ejecutora del
Ejercito de Resistencia del Señor (LRA) en Uganda, cuyo responsable principal y
uno de los criminales mas buscados por las fuerzas internacionales es Joseph
Kony, el autoproclamado “medium espiritual” de un ejercito creado para
establecer en el norte del país un régimen teocrático.
Africa es un
continente en constante convulsión y donde se han localizado un mayor número
proporcionalmente de asesinos como consecuencia de las innumerables guerras
fraticidas.
Joseph Kony es uno
más de esos enloquecidos por el poder de las armas y las creencias religiosas,
como antes lo fue también en Uganda Yoweri Kaguta MKuseveni, Laurent-Désiré Kabila en el Congo o John Garang en Sudán. Para mantener su ejercito rebelde reclutaba a niños a los que obligaba a
realizar masacres entre cuyas víctimas incluían muchas veces a sus propios
padres.
Uganda es un país en
donde la brujería tiene una incidencia muy alta entre la población y la sangre
y el cuerpo de los niños es una mercancía “para ser consumidos por los
espíritus”, basado en la creencia de
conseguir la riqueza y prosperidad con la rapidez que estos brujos prometen,
los cuales, como mafias, se organizan en redes. El sacrificio humano es una
práctica que aumenta constantemente en Uganda, en ceremonias donde se extirpan
zonas faciales o genitales.
Además de la
hambruna y de la sequía, principales problemas que padece África, muchos de los
países que la componen tienen a iluminados como el tal Kony dispuestos a
empobrecerlos con guerras y conflictos étnicos y tribales, desembocando la
mayoría de las veces en auténticos genocidios, con la excusa mayoritaria de la
religión o el control de las fronteras.
Es loable que
países como Estados Unidos, con la
colaboración de la Unión Africana
y Naciones Unidas, se esfuercen en
combatir a estos grupos armados y su compromiso de apoyo al pueblo y gobiernos
de la región, además de la ayuda de asesoramiento por consejeros militares para
que en el futuro los niños africanos no sean robados de sus casas, las niñas no
sean violadas y los menores no sean convertidos en soldados; pero sería
necesario también que los países desarrollados y las multinacionales se involucraran
en esta misión evitando el lucrativo negocio de la venta de armas a los
contendientes, bajo el cínico enunciado de “ayudas al desarrollo”, tapadera
para enmascarar la venta de armas.
No se tendría que
combatir a estos sanguinarios dictadores ni lamentar los resultados de las
guerras que provocan, si no contaran con la ayuda de los países desarrollados
que mantienen intereses directos en la zona.