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IZQUIERDA ENCANALLADA

   Hay muchas formas de perversión de la política y una de ellas es la manipulación con tal de conseguir los fines que se persiguen. Todos recordamos, por relativamente recientes, el hecho acaecido a raíz de los atentados del 11 de marzo, en donde la sociedad española sufrió un proceso de manipulación brutal a fin de que aceptara una tesis estúpida, pero, a la vez, elemental y efectiva:  los atentados los habían cometido terroristas islámicos en respuesta al apoyo que Aznar había prestado a la intervención en Irak, por lo tanto, no había que enfrentarse a los terroristas sino castigar al PP. Era un razonamiento cobarde y miserable, pero que funcionó muy bien  para los intereses que se perseguían.

   Siempre existirá una izquierda encanallada dispuesta a todo con tal de ganar unas elecciones y unos ciudadanos dispuestos a creérselo todo, hasta conseguir que un gobernante tan nefasto como ZP llegara a La Moncloa y cambiara a peor la Historia de España, gracias a la manipulación informativa y al apoyo de algunos medios periodísticos y radiofónicos.

   Hoy, dos personajes de la política española se disputan el dudoso honor de ser los autores del infame “Pásalo”, aquel episodio miserable de manipulación del dolor colectivo que catapultó al Partido Socialista al poder sobre una ola de conmoción ciudadana. Es la lucha entre dos personas por una autoría de la que, en un país auténticamente democrático, se les debería apartar de la política rechazando su comportamiento y su cinismo.

   De un personaje como Pablo Iglesias, que mantiene planteamientos políticos y sociales de los pasajes más oscuros del comunismo retrógrado, nada nos tiene que asombrar, son medallas que intenta ponerse ante sus rencorosos y ciegos seguidores; pero de Pedro Sánchez se debería esperar algo más sólido que el recordarnos autorías de hechos que hacen abochornarse a los auténticos demócratas. Si estos son los mimbres con los que el Partido Socialista quiere confeccionar un futuro que nos haga olvidar el desastroso bagaje de la época Zapatero, estamos de mala hora, pues da la medida de su talla política y un indicio de su estremecedor talante.



READ MOVIE


   Ahora que las aguas han vuelto a su cauce parece obligado, desde la serenidad que da el pensar por el tiempo transcurrido, que hay que hacer un read movie de algunos acontecimientos ruidosos que ésta cada vez más excéntrica sociedad nuestra nos quiere hacer llevar al agua de su molino. Hay una corriente exaltada que todo lo quiere revertir: las costumbres, las formas, el sentido común, la familia… en definitiva: la sociedad.
   Se han quedado caducas aquellas premonitorias palabras del legendario político Alfonso Guerra –que ha anunciado su retirada de la vida política a la que ha estado vinculado a ella desde 1977, ¡ahí es nada!- cuando en la entrada al poder del partido socialista dijo, como primera perla de las muchas que se han conocido posteriormente, que a España no iba a conocerla ni la madre que la parió. Así, textualmente. Y fue cierto. El y su partido siempre se empeñaron durante todo el tiempo que tuvieron mando en plaza, en ir cambiando progresivamente las costumbres adquiridas en generaciones anteriores, fueran buenas o malas.
   Como se dice en las novelas del género negro, se les fue de la mano. Crearon una escuela en la que sus aventajados alumnos pronto les pareció que se quedaban cortos. Habían puesto la simiente para crear una sociedad que ellos creían podría ser mas igual –desgraciadamente la igualdad que siempre ha entendido la izquierda social-comunista es la de por debajo-, así que han tomado el testigo unas nuevas tribus surgidas desde la ruptura total que lleva, entre otras cosas, a deshumanizar aspectos fundamentales de la convivencia.
   Hoy he escuchado unas palabras serenas, pero muy tristes, de una persona que ha sido fundamental –quien lo iba a decir- del desenlace de una historia reciente y turbulenta de España. Si, me refiero a la enfermedad del Ébola y de la hermana Paciencia Melgar, compañera de los religiosos Miguel Pajares y Juliana Bonoha en el hospital San José de Monrovia (Liberia), asegurando que no guarda rencor “por no haber podido venir a España cuando tenía el virus” y mostró su alegría por “poder hacer el bien” ayudando a Teresa Romero. 

   No pudo venir porque al no ser española no se le repatrió, lo que sí ocurrió con Miguel Pajares y que tanta controversia produjo entre una parte de la sociedad española; precisamente la que siempre ha hecho bandera de la solidaridad entre las personas: solidaridad de cartón piedra, naturalmente. Se criticó hasta la saciedad que se le trajera y estuvieron dispuestos, poco menos, que a asegurar que sería consecuencia de una pandemia en España. ¡Miserables!
   Melgar consiguió superar la enfermedad y, una vez dada de alta en Monrovia, se ofreció para ayudar a otros enfermos y voló a España para donar su sangre inmunizada a García Viejo, quien falleció el mismo día en que llegó Paciencia, pero en cambio sirvió para que su sangre ayudase a curarse a Teresa Romero. Son los ejemplos que nos da la vida. Se rechaza a una persona para intentar curarla por el simple hecho de no ser de nacionalidad española, aunque fuese colaboradora de quien si lo era; ¿pero si se criticó que se trajese al misionero, que hubiera ocurrido de haberla traído a ella?
   Tengo la sensación de que la sociedad se está deshumanizando a pasos agigantados y eso me entristece, y debe entristecer a toda aquella persona con sentimientos nobles, no manipulados por el egoísmo, el odio o el resentimiento.
   Es descorazonador el escuchar a una persona, que toda España se volcó en desear su restablecimiento y que se pusieron a su disposición cuantos medios clínicos, médicos y económicos existían, el hablar de interponer una demanda exigiendo dinero después de su curación. Esta es la sociedad que entre todos –unos más que otros- hemos creado: la de la insolidaridad, la del egoísmo y la del interés propio. Y realmente lo que asusta es el pensar que esto no es el fin, sino el principio de lo que posiblemente llegará.


SACAR TAJADA


   España nunca ha sido, históricamente, un país miedoso o pusilánime, lo que no quiere decir que no esté cambiando paulatinamente por las actuaciones de tanto político melindroso, cuando no directamente cobarde, amparándose en unos principios ideológicos que la mayoría de las veces usan a conveniencia.

   Esas directrices calan más fácilmente en la población –nos volvemos cómodos, huimos de los compromisos y eso lleva también al miedo- por eso cada vez es más fácil convencer y… asustar. Hay demasiados apóstoles de la información dedicados a convencernos de muchas cosas de lo que ellos son profanos, pero algunos de ellos lo dicen con tal convicción que pueden parecer especialistas. Especialistas de la nada, por supuesto, pero dicho con teatralidad experta que da las horas que pasan asomados a la pequeña pantalla.

   Han sido expertos en mareas negras, peritos en carnes de vacas locas, entendidos en terrorismo, en tipos de asesinos y pederastas… en fin, de cualquier asunto que puntualmente asalte nuestra vida cotidiana. Ahora están todos ellos impuestos en una nueva materia. ¡Qué digo impuestos, profesionales de la investigación y el estudio clínico del virus del Ébola! Auténticos virólogos. 



   Son capaces de desencadenar un estado de psicosis colectiva entre la población con sus sentencias, sus consejos y sus advertencias. Algunos son solamente periodistas –sin ninguna otra especialidad-, otros políticos con ínfulas, los más son tertulianos a sueldo, entre los que se encuentra una fauna variopinta de famosos, famosillos y como dicen los mejicanos, algunos pendejos, pero que ello no es óbice para hablar como si fuesen catedráticos de universidad.

   Han sido capaces de poner a mucha gente en duda sobre la capacidad de nuestros médicos especialistas en microbiología. y creyendo a pies juntillas a una auxiliar de enfermería porque representa a un sindicato. Han iniciado un linchamiento público contra determinados representantes políticos porque personifican lo contrario que ellos piensan. Alimentan la confusión con especulaciones que calan en la gente, aunque algunas de esas especulaciones sean inhumanas y contrarias a la moral, transmitiéndose éstas consignas –no son otra cosa- por las redes sociales, ese refugio en el que permanecen muchos descerebrados con la única idea de mortificar a los que no lo son, con diatribas sacadas de esas falsas informaciones, pero que muchos dan como ciertas y las transmiten.



   Lo que importa no es realmente atajar el virus, lo que importa de verdad a muchos de los voceros es mantener el odio ideológico, incitando a la rebeldía por cualquier causa que ellos entiendan positiva para sus intereses; para ello cuentan con los siempre dispuestos sindicatos –que saben estar al plato y a las tajadas- a los movimientos civiles siempre dispuestos a manifestarse por la cuestión más insignificante, y que mantienen una memoria muy selectiva respecto a quienes tienen que acusar y a quien no recordar. Son auténticos enemigos de las instituciones si éstas están dirigidas por sus contrarios. Son los mismos linchadores capaces de llamar asesinos a un Gobierno legítimo cuando el atentado del 11M y al sacrificar a un perro con posibilidad de contagio.


   Algunos pensamos que todo esto no es más que un ensayo general para otras revueltas mayores –de ahí el crecimiento de opciones políticas claramente procomunistas- con la indiferencia de muchos y el claro interés de otros dispuestos a quebrar una sociedad que no les gusta.


LA ÉTICA Y LA POLÍTICA



     En política, la indefinición es un mal que se ataja radicalmente perdiendo el apoyo de los votantes. Es la fórmula más segura para descabalgar a quienes mantienen dentro de su seno posiciones programáticas  encontradas que afecten a principios fundamentales, entendiendo por principios en esta caso los compromisos adquiridos con su electorado en su programa, verdadera carta de presentación y de intenciones por las que los ciudadanos se adhieren mediante el voto y que los mismos les puede demandar.

   Los principios deben ser inmutables en cualquier  situación, por coherencia, como norma de integridad moral y dignidad personal y cuando se da una palabra –hecho cada vez más infrecuente por el compromiso moral de tener que cumplirla- es, como en los contratos firmados, que conllevan el compromiso de su ejecución. El abdicar de los compromisos éticos para recibir los elogios de tus contrincantes, es una opción perversa para con sus votantes.

   Difícilmente la base electoral de PP va a entender los incumplimientos electorales y las derivas sociológicas y morales que los sectores tecnócratas instalados en ese partido están dictando. Al menos, grupos más o menos organizados, como los movimientos Pro-Vida y las asociaciones de victimas del terrorismo, no van a dejar pasar por alto los repetidos incumplimientos, tanto de su programa electoral como de las promesas realizadas a ellos en estos años. Resulta totalmente incomprensible la falta de fe en sus propias ideas  y del empuje suficiente para defenderlas. Por sus incondicionales se le ha perdonado que no se cumplieran las promesas económicas, porque las circunstancias heredadas eran peores de lo que se estimaron en un principio, pero la necesaria reforma del modelo autonómico, que no sea el destinado a intentar contentar a los nacionalistas, la reforma del Poder Judicial y la defensa de la vida, eran tres cuestiones principales por las que los ciudadanos les otorgaron la mayoría absoluta, que a la postre no se ha utilizado convenientemente y en defensa de las ideas y posicionamiento de un partido conservador.

   Lo menos comprensible de esta actitud que agravia a su electorado y pone en entredicho su forma de hacer política, es el dudoso beneficio electoral que esta actitud le pueda traer. Se agravia a su electorado y juegan con la baza de que de aquí a las próximas elecciones les volverán a votar, aunque sea con reservas, para evitar la llegada de ese frentepopulista encarnado por el entramado de grupos –que no partido- liderado por Pablo Iglesias. Lo que tal vez no han tenido en cuenta es que la dimisión de muchos de sus votantes no conlleva la pérdida de ninguna representación o sinecura y que, por tanto, les es mucho menos gravoso el cambiar de bando. A poco que alguien con cierta presencia en el mundo de la política enarbole la bandera de los descontentos, el PP podría encontrarse en la peor de las tesituras: que no arranca ningún voto por la izquierda y se desangra por el lado más conservador de su electorado.

   Urge una explicación clara y concisa de los repetidos incumplimientos electorales; no vale el anuncio a pie de calle, ante una ingente cantidad de periodistas, el soltar cuatro frases muy discutibles en el fondo y en la forma. Quienes apoyaron a ese partido necesitan una explicación de su líder, o una forma irrevocable de dimisión.




SILENCIOS COMPLICES

   No se sabe muy bien si en el ánimo de los ciudadanos pesa más la ira o el desconcierto, cuando se trata de dilucidar el comportamiento del patriarca de la familia Pujol y su prole. Posiblemente sea una persona entrañable entre su circulo mas intimo y personal, pero desde la lejanía de todo tipo, la presencia física del personaje transmite la sensación de un carácter antipático, forjado en su reiteración de la soberbia y la arrogancia, sobrado de vanidades y distancias.

   El que vaya a utilizar todas las argucias legales para defenderse de lo que gracias a esta crisis se está conociendo, aunque sea legal –las argucias- lo que cuenta es que ha reunido el cinismo necesario para haber convertido durante tanto tiempo el enorme enriquecimiento, presumiblemente ilícito, como fuerza de choque para detener, ante los sucesivos Gobiernos del Estado, el secesionismo catalán.


  Uno de los problemas de que hayamos conocido tantos años de escándalos económicos que han salpicado a políticos de todo signo, es que está sirviendo para que, a pesar del goteo incesante de cifras y desfiles por los juzgados, esté cayendo en los ciudadanos una coraza que nos impermeabiliza, a pesar de que se cuentan los desmanes por millones de euros; y eso en unos momentos en que una parte importante de la población subsiste en unas condiciones económicas muy precarias.

   Se ha actuado por instancias a las que se les debe exigir prudencia, por ser depositarios de los impuestos de los ciudadanos, con una generosidad hacia algunos –generalmente los mas afines política y familiarmente- que produce vergüenza y estupor. De aquellos que los reciben, que se puede esperar. Hermann Rauschning transcribió en 1939 esta personal confidencia de Hitler: «Siempre les digo a los míos que disfruten y se enriquezcan... Haced lo que queráis, pero no os dejéis pillar». Esta parece ser la norma. 

   En los silencios de algunas personas hay que preguntarse cuál de los silencios es prudente y cuál disimula mal que el objetivo de permanecer callado sólo es seguir llenándose la barriga. O mantenerse en el poder. Porque lo que ya resulta inadmisible es que nos enteremos ahora que el archivo de la causa contra el expresidente catalán, por el caso Banca Catalana, ocho magistrados votaron en contra, y que también fueron ignorados los informes del juez instructor y la de los dos fiscales nombrados al efecto, donde se detallaban “tantos o mas delitos que en el caso Rumasa”; pero ya por entonces se ejercía presión sobre el Gobierno aludiendo a la contención de las ansias secesionistas de Cataluña a cambio de no intervenir en los negocios familiares.

   En opinión de una de las magistrados que votó en contra del archivo de aquella causa, en una reflexión en voz alta realizada ante un periodista, señaló que le quedaba una cierta amargura al pensar que si en su momento hubieran adoptado otra decisión, quizás la historia hubiera sido distinta.

   Si hubiera sido procesado en aquel momento la cabeza visible del nacionalismo catalán, no se hubiera sustentado la corrupción estructural, no solamente en Cataluña, sino que el ejemplo del procesamiento del Honorable Pujol en esa autonomía, hubiera sido una buena piedra de toque ante la avalancha de desmanes que estamos conociendo en el resto de comunidades.







PELIGRO INMINENTE

   Sigue muy presente en la memoria, para aquellos que vemos con horror el avance del fanatismo islámico,  aquel diciembre del año 2011 en que la flor y nata del mundo libre se dio cita en España para el magno acontecimiento de esa idiotez llamada Foro de la Alianza de Civilizaciones, ideado a partes iguales entre Zapatero, Erdogan y el iraní Jatamí. Allí estuvieron los democráticos países de Malasia, Argelia, Turquía, Senegal y Qatar, con el fin de hacernos creer que defienden el respeto de las diferentes culturas, cuando marginan descaradamente a la mujer y la condenan a morir lapidada.

   Hay una ingente cantidad de cretinos que creen que ese multiculturalismo lleva a más libertad y no ven que, por el contrario, es una amenaza creciente e inminente para nuestro sistema de vida. Lenta pero inexorablemente, Europa está siendo invadida por el Islam, con diferentes y variadas formas; aprovechándose de las normas democráticas que rigen en estos países.

   Por otra parte, en estos últimos tiempos estamos asistiendo a la creación de grupos de fanáticos musulmanes, cuya idea va más allá de la imposición de sus leyes coránicas en sus propios estados, sino que anuncian la conquista, entre otros, de España y Portugal. Para ello han creado lo que denominan Estado Islámico, que comprende inicialmente los territorios de Siria e Irak, pero con la intención de expandirse progresivamente. Están tomando por la fuerza infraestructuras de refinerías, campos petrolíferos, presas y estaciones eléctricas, con el fin de  crear las condiciones necesarias de un  estado, a la vez de asegurarse también ingresos a través del petróleo.


   Ya se les conoce a este grupo terrorista que está provocando el terror en la comunidad internacional como el más rico del mundo. Esta organización, que en principio iba contra todos aquellos que no fueran suníes, ha manifestado su intención de crear un Estado Islámico regido por la ley islámica (Sharia); pero sus intenciones van mas allá, pues pretenden conquistar, en sus palabras “todo el Norte de Africa, Asia (hasta la India), todo el mundo árabe, los Balcanes (hasta Austria) y España y Portugal”.

   Posiblemente, en principio, no sea más que un deseo, pero esto ha traído como consecuencia el provocar un efecto llamada de yihadistas residentes en otros países, incluso europeos, como parece demostrarse con la salida hacia Siria e Irak de ciudadanos del Reino Unido, y que también reclutan en el resto de países del entorno.


   Al contrario de esas nefastas y absurdas ideas de crear foros de civilizaciones que no conducen a ningún sitio y que solo sirven para dar apariencia de normalidad de países islámicos, lo que realmente conviene ahora es la creación de una estrategia politico-militar para terminar con ese Estado Islámico, colaborando con elementos moderados tanto en Irak como en Siria y a la ejecución de una gran ofensiva que expulse a ese Estado Islámico de Irak y el Levante de sus recientemente conquistados bastiones.

   No hay ningún estado en el mundo moderno en el que el Islam haya generado una sociedad medianamente próspera, medianamente libre, medianamente respetuosa hacia los derechos humanos. En el siglo XVII ya se cortó la extensión islámica desde los Balcanes hacia el corazón de Europa, y así se pudo crear lo que llamamos generalmente Occidente, la cultura más civilizada y a la vez piadosa, compasiva y fructífera, próspera y libre que jamás existió.


NECIOS Y MALVADOS

   La ignorancia puede ser curada, pero como todos sabemos, la estupidez es eterna. El pueblo español tradicionalmente ha sido generoso y solidario a la hora de atender situaciones de carácter extraordinario, y ahí están las hemerotecas que dan fe de las ingentes ayudas prestadas a otros países en situaciones extremas. El auxilio, como deber moral, ha sido siempre una premisa de cualquier Gobierno y la historia ha demostrado que el carácter del ciudadano español ha estado siempre por la ayuda del necesitado.

   Con motivo del traslado por parte del Gobierno español de Miguel Pajares, religioso que desde el año 1960 se ha dedicado en África a atender a los enfermos, y que estaba aislado en el hospital San José de Monrovia (Liberia), y ante la posibilidad de que se hubiera contagiado del virus del Ébola, se han alzado voces pidiendo que no se le trajese para evitar el contagio; como si en vez de traerlo del Tercer Mundo fuera España una parte del mismo. Han sido unos aventadores de odios los promotores de intentar sembrar la semilla de la duda en una sociedad generalmente cercana con los enfermos. La verdadera epidemia en España no es el Ébola, sino la maldad y la necedad de tanto ruin dispuesto a señalar con la mira de su egoísmo y su fanatismo. 


   Y todo esto ocurre por tratarse de un religioso, aunque algunos lo disfracen a medias entre el gasto económico del traslado y el riesgo sanitario, como si en España no tuviéramos una sanidad pública magnifica. No se ha criticado nunca el traslado de un montañero lesionado en una expedición por el Perú, o el rescate de cualquier persona en situaciones de gravedad. No se discute por pagar rescates que sirven para financiar el terrorismo, pero en cambio sí se pide resarcirnos de la ayuda prestada a un religioso que está entregando su vida por los demás.
   Se critica por ser religioso y por la mala fe del denunciante; obviando interesadamente de la labor de estas personas en la ayuda a enfermos, hambrientos y menesterosos en general, como se ha podido recientemente comprobar en esta etapa dura de pobreza para muchas familias.

   Y precisamente han tenido que venir estas peticiones de gentes situadas en posiciones que ellos llaman progresistas; los que han pedido en manifestaciones de dudosa legalidad la entrada indiscriminada de foráneos de países africanos, sin demandar a la vez medidas suficientes para reconocer a cada uno de ellos por si fueran portadores de enfermedades inexistentes en España.


  Siguen intentando convencernos de que los valores de la izquierda son moralmente superiores a los de la derecha, en un intento de implantar un monopolio moral por parte de estos que quieren impedir a la gente que quede en paz con sus creencias. Están convencidos de que la desprogramación religiosa forma parte del proceso de modernización arrancado en el postfranquismo, y por lo cual una fe personal identifica a un refractario, a un personaje de la leyenda negra basada en el nacionalcatolicismo.

   Es la doble moral de una izquierda sectaria, que se permite el lujo de arrogarse una superioridad moral e intelectual que nunca tendrá, porque no puede tenerla una ideología que sigue cimentándose en el principio totalitario de la destrucción de la dignidad humana. El que se sea ignorante no da licencia para ser malvado. Habría que sentir admiración por quienes dan todo por los demás, es decir, el bien más preciado, la vida y la salud, a cambio de nada y esperando sólo una recompensa en el otro mundo.

   No encuentro momento más oportuno para repetir unas palabras de Jesucristo: “El mal no es lo que entra en la boca del hombre, sino lo que sale de ella.”

LOS ANTISEMITAS



   Hay que saber distinguir entre bienintencionados y necios. Al bienintencionado se le puede perdonar su falta de rigor porque habla con el corazón, no con la cabeza, y ya se sabe que el corazón nos engaña en demasiadas ocasiones. El necio suele ser, además, malintencionado, porque pudiendo saber utiliza la imprudencia que su propia necedad le obliga.



       Estos días se leen y escuchan lamentos y acusaciones sobre el enésimo enfrentamiento entre judíos y palestinos, y avergüenza las manifestaciones de quienes teniendo la obligación de informar verazmente, se dedican a emponzoñar las mentes de aquellos incapaces de leer la historia del pueblo judío, muy anterior al palestino.

  El último enfrentamiento ha venido dado por el secuestro y posterior muerte de tres jóvenes israelíes a manos de los terroristas de Hamas por el solo hecho de ser judíos, primera cuestión que obvian interesadamente los antisemitas. Desde la publicación de su carta fundacional, en agosto de 1988, el movimiento palestino autodenominado de Resistencia Islámica, cuyo acrónimo es Hamas, ha librado una continua y sanguinaria guerra cuyo objetivo es el exterminio del pueblo judío.





     Israel tiene el derecho y la obligación de defender a sus ciudadanos; ningún ejército de un país democrático ha encontrado hasta ahora una fórmula para defenderse de la estrategia terrorista de utilizar civiles como blancos humanos sin daños colaterales, como hace Hamas. Tienen instalados en colegios, hospitales y lugares públicos, los misiles de largo alcance M-302 suministrados por el régimen iraní. No existe democracia desarrollada que, atacada durante decenas de años por misiles, atentados y secuestros seguidos de asesinatos, reaccione distinto de Israel.


   Desde 1994 hasta hoy, Hamás ha tirado miles de misiles contra civiles indefensos israelíes. Ha secuestrado decenas, asesinado casi un millar y herido miles de judíos civiles e indefensos. La única defensa con la que cuentan los judíos de todo el mundo contra Hamas y sus aliados son las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF). El odio de Hamas contra los judíos, injustificado en cualquier caso, no tiene una argumentación territorial: en agosto de 2005, el primer ministro Ariel Sharón, ejecutó una retirada total y absoluta de judíos de Gaza, dejando la Franja en manos de los palestinos, que eligieron el gobierno por voto libre y secreto; fue el último ejercicio democrático de este pueblo.



     Desde entonces, son gobernados por la dictadura islamofascista de Hamas, que sigue dominando la Franja de Gaza. A la retirada israelí, que era un gesto de paz y negociación, respondieron con más misiles, más secuestros, más asesinatos. La historia y la verdad no deben ser olvidadas: en el verano del año 2000, Bill Clinton cifraba su cuota de posterioridad en cerrar un acuerdo israelo-palestino antes de poner fin a su mandato. Obtuvo de Ehud Barak lo impensable: que Israel cediera a la Palestina de Arafat el noventa y siete por cien de los territorios ocupados; el otro tres por cien quedaría compensado con un pasillo de seguridad entre Cisjordania y Gaza. Cuando un Clinton exultante se dirige al presidente palestino para darle cuenta de que las reivindicaciones históricas de la OLP están a punto de cumplirse, choca con un muro imprevisto. El rais no va a firmar. El presidente americano le pide que haga una contraoferta. No va a hacer contraofertas. «Pero, ¿qué es lo que usted quiere?», interpela un Clinton entre estupefacto y furioso. «Todo».



   Todo de algo que no les pertenece, esa es la cuestión a debatir.









SINDICALISMO DECENTE Y DIFERENTE

   Empezaron a tener poder desde el pistoletazo de salida a principios de 1977. Uno porque ya estaba organizado desde la clandestinidad, y el otro porque tenía la tradición de sus siglas desde tiempos de la II República. La realidad es que fueron los mimados de los sucesivos gobiernos de la democracia. Todo para ellos dos. Aquellos trabajadores que no querían integrarse en sus siglas, estaban considerados como proscritos y cualquier intento de organizarse era aplastado bajo el yugo de la pobreza y la indiferencia estatal. Ni un local, ni una subvención, nada que supusiese el nacimiento de otra fuerza sindical que pudiera hacer sombra a los elegidos.

   De esta forma se hicieron grandes, pero sus aparatos se hacían grandes también y se necesitaba más dinero para mantenerlos; para ello se amenazó con la primera huelga general en 1988. El invento consistió en comprar la paz social con fondos públicos, actualizando el sindicalismo vertical franquista en una mesa a tres bandas: Gobierno, patronal y centrales. El poder ponía el dinero y los llamados agentes sociales se avenían a estarse razonablemente quietos a cambio de generosas derramas de subvenciones para cursos de formación y otras excusas, que en realidad servían para dotar de estabilidad financiera a sus complejos entramados aparatos clientelares.

   Así ha continuado desde entonces y tanto UGT como CC.OO. se han convertido en el centro de atención de cualquier Ministerio de Trabajo. Todo ello a cambio de sustanciosos fondos para reforzar su financiación corporativa y de la presencia en cuantas plataformas de diálogo sea menester para ofrecer la sensación de estar haciendo algo útil. Muchas medidas sociales que se hayan de tomar pasarán por el papel privilegiado de los agentes sociales en su desarrollo, con la garantía de convertirse en los primeros intermediarios de cualquier posible beneficio.

   En estas últimas fechas, la prensa se hace eco de innumerables desvíos de dinero procedente de subvenciones para fines diferentes para los que fueron asignados. Empezó siendo, para sus dirigentes un caso aislado, y están encausados decenas de personas relacionadas con estos sindicatos y empresas colaboradoras.

 Estas organizaciones jamás se han preocupado por la economía del trabajador, sino por llevar a cabo una política de gestos de reivindicación permanente que les autojustifique. Se trata de unas organizaciones que, cómodamente instaladas en la poltrona del cortoplacismo demagógico y la reivindicación de clase, son capaces de negarse a aumentar la carga de trabajo, poniendo en peligro la viabilidad de proyectos empresariales y con ellos el empleo de miles de trabajadores. Resulta aterrador ver cómo los sindicatos ayudan a empobrecer un país sin que nadie les llame la atención por esta irresponsabilidad, sino que además se les ayuda a mantener sus elefánticas estructuras,  y la red de empresas propias con que han ido creando con el único fin de acumular más riqueza.

   Es necesario replantear el sentido, representatividad y práctica de los llamados sindicatos de clase trabajadora. Sindicatos prisioneros de su discurso anticuado y limitado por afectos y lealtades; insertados en una realidad distorsionada en donde compiten los más diversos y plurales intereses, y que con su corporativismo y gremialismo, no es lo más adecuado para nuestro tiempo.

VANILOQUIO REPUBLICANO

     En España se opina mucho, se informa poco y a veces no se piensa nada. Existe ahora un falso dilema que algunos políticos intentan colocar a la sociedad, presentándolo como algo necesario y urgente, cuando en realidad solo interesa a una pequeña parte de la población apoyada generosamente por algunos resentidos y otros jóvenes, desconocedores la mayoría de ellos de la reivindicación tan ruidosa como últimamente se escucha. Solicitan un referéndum para decidir si se quiere monarquía o república. Es igual que en los debates de algunas televisiones: están obsesionados con la Segunda República. Unos eran los buenos y otros los malos. Los buenos perdieron y los malos ganaron. Ese nivel de gilipollez histórica es el que aún predomina. 

     A estas alturas –por mucho que se empeñen subvencionados, interesados y muchos ignorantes– la Historia de la Segunda República no puede ser más clara. Fue proclamada merced a un golpe de Estado que se intentó legitimar con la victoria de las candidaturas republicanas tan sólo en la mayoría de las capitales de provincia y en unas elecciones municipales.

     En España, los candidatos monárquicos obtuvieron cuatro veces más votos que los partidarios del nuevo régimen, pero éstos lograron a convencer a Alfonso XIII para que se marchara antes de la puesta del sol. Quizá la monarquía parlamentaria estaba muerta hacía años, pero el nuevo régimen, a pesar del llamamiento de Ortega, no logró crear nada mejor. 

     Y muchos de estos jóvenes ignorantes proclaman la creación de la tercera república basada en la segunda, y ese es su grave error. Lo que subyace en este tipo de maniobras orquestadas por viejos rencorosos, es un nuevo intento de descalificar nuestro proceso de transición política, es un intento de resucitar enterrados sentimientos por la mayor parte de la población española.
 
     En un sistema democrático la esencia es el respeto  a las reglas preestablecidas, porque cuando se acude a visiones personales y partidistas, surgen los enfrentamientos, de tal suerte que cuestionar las reglas que nos hemos dado todos, es negar nuestro sistema democrático.

     Conviene conocer nuestra historia desde posturas más o menos objetivas y no tensionar más nuestro sistema democrático, tratando de restar legitimidad a aquellos que no piensan como otros, porque esta situación suele llevar los sistemas democráticos a derroteros ajenos a su esencia, y eso en nuestro país ya sabemos en qué degeneró




LOS NUEVOS MESIAS

   Resulta chirriante el ver en una sociedad moderna a jóvenes con el amenazante puño en alto, ese simbólico gesto, que conserva connotaciones amenazantes para un sector de la sociedad española que vincula el saludo al Frente Popular y la Guerra Civil, cuando los españoles se mataban unos a otros por causa de sus ideas políticas. El utilizar ese puño en alto que en la memoria colectiva evoca penosos recuerdos históricos, es algo que debe producir temor;   no en vano el saludo nació en la II Internacional en 1889, cuando los partidos socialistas se unieron para impulsar la lucha obrera, desmarcándose del anarquismo de Bakunin. El puño en alto pasó a ser una seña de identidad de los partidos socialistas y comunistas en el periodo de entreguerras, de 1919 a 1939, cuando fascismo y comunismo chocaron frontalmente en unos años impregnados de odio y violencia.

 Son estos jóvenes de puño cerrado, expertos populistas que van prometiendo equidad y justicia, no son más que la reencarnación de aquellos viejos vendedores de fábulas tramposas que durante décadas hicieron pasar hambre, perder las libertades individuales y ciudadanas, repartir miseria y provocar muertes. Son los “nuevos” comunistas.

   Ofrecen un paraíso colectivista del estilo de la Cuba castrista y lo hace en un Estado-Miembro de la Unión Europea, construcción jurídico-económico-política que hace de la economía de mercado su elemento definitorio. Imaginemos un futuro en el que los españoles hacen largas colas con la cartilla de racionamiento en la mano para obtener un par de huevos y un saquito de patatas, en el que los cortes de electricidad les dejan a oscuras con regular frecuencia todas las noches, en el que las jineteras pueblan la Castellana a la caza del extranjero provisto de euros, en el que Podemos, convertido en partido único, impone sus tesis mediante la represión más feroz. Que semejante horror haya merecido un apoyo tan notable da una medida de la desesperación de mucha gente castigada por la crisis y del fracaso de una partitocracia corrupta que ha perdido por completo la confianza de un gran número de ciudadanos.

   Una sociedad abierta no puede funcionar sin el respeto a dos principios básicos: la garantía del derecho de propiedad y la libertad de conciencia, sin estos dos principios es imposible vivir en sociedad. Los ilusionismos que proclaman estos jóvenes sirven para desesperados sin conciencia clara de la realidad y para resentidos que están en guerra perpetua con las ideas de los demás y con toda la sociedad.

   Ofrecer un paraíso colectivista del estilo de la Cuba castrista o del régimen bolivariano, es ver un futuro en el que los españoles hacen largas colas con la cartilla de racionamiento en la mano para obtener algunos alimentos básicos y en el que los cortes de electricidad te dejan a oscuras con regular frecuencia todas las noches. Que semejante horror no sea visto  por una parte creciente de personas, da medida de la desesperación de mucha gente castigada por la crisis y también de las fracasadas  políticas llevadas a cabo en los últimos tiempos; pero nada comparado con lo que estos iluminados quieren hacer creer a una sociedad machacada por el infortunio y la desgracia.

EMBOZADOS Y COBARDES


Todos sabemos que internet es un mundo jurídicamente opaco y que por eso mucha gente se dedica a propagar su vacío por las redes, ya que éstas fomentan la impunidad del anonimato, donde cualquiera puede abrirse anónimamente una cuenta gratuita. Es el primer medio de comunicación masivo que nace y se desarrolla en completa libertad, sin control alguno por parte de los poderes públicos; por eso, cualquier psicópata, tarado mental o cualquiera de las muchas conductas moralmente criticables, puede ocultarse tras un perfil falso para esparcir sin limite su deficiencia.

Dedicándole tiempo a recorrer las  comunidades distintas que se alojan en las redes sociales, así como los espacios dedicados a opinar, se pueden deducir muy claramente los diferentes individuos y cuanto argumentan. Se puede pasar de los  molestos y antipáticos mensajes escritos sin un mínimo de corrección lexicográfica a la forma más grosera y despreciable del insulto y de las palabras soeces, en una demostración palpable del tipo de educación recibida o, cuando menos, de lo mal aprovechada.

   Hay una tercera generación de difícil clasificación, excepto en que se utiliza más si cabe esa impunidad del anonimato que hemos reseñado. Por su forma de expresarse, independientemente de lo    que diga, se distinguen generalmente en una buena utilización de la gramática y la ortografía, pero demostrando la negación de la civilización y la renuncia irrespetuosa a lo que de un modo más esencial son las formas que nos hacen civilizados.
   Ahora no es difícil encontrarse  con quienes se jactan de ser antisistema y para demostrarlo no solo injurian a todo aquel que no comparta sus ideas, o aquellos que desde su libertad profesan o reconocen creencias o sentimientos contrarios a sus posiciones sociales o políticas, sino que su odio cainita les lleva a vejarlos y humillarlos, vomitando sus sentimientos y aversiones, bajo la discutible, en estos casos, libertad de expresión, que utilizan como mera coartada.
   Desde ese anonimato y casi impunidad, cometen actos delictivos y violaciones manifiestas de derechos fundamentales tan importantes como el honor y la intimidad, en un claro síntoma de padecer una enfermedad social que hay que tomarse en serio, pues las redes sociales son una herramienta demasiado poderosa para dejar que evolucione sin control, sobre todo con energúmenos embozados que cobarde y obscenamente se aprovechan del vacío jurídico en la legislación penal para esta clase de delitos.

   RENACER

   Tiene su lado patológico que una persona adulta, tras el fallecimiento de algún hijo, intente canalizar las emociones de esa pérdida y soledad con un muñeco, y eso no parece demasiado razonable. En un mundo en que ya casi nada asombra, no podía faltar en esta historia quienes se dedican a hacer réplicas de bebés. Como todo lo que se precie de novedoso tiene que tener un nombre, esto también lo tiene y, como no podía ser de otra forma, proviene de EE.UU.: Reborn (en castellano renacer o renacido). Se llama así porque modifican o crean muñecos de vinilo hasta darles el aspecto de un bebé real.

   El aspecto final, como se puede comprobar en las fotografías, es impactante. Imitan exactamente la tonalidad de la piel de un bebé. Injertan en el cráneo lana de mohair, material de tacto similar a unos cabellos. Les colocan ojos de cristal y hasta en muchos casos instalan mecanismos que simulan el latido de un corazón, la suave respiración de un niño, o incluso los conductos de la orina. Graban voces, llantos, o la tos de un bebé que luego emite un sistema integrado en el muñeco cuando se mueve. El cuerpo se llena con microesferas de vidrio, con las que los muñecos adquieren peso y la consistencia que tendría un niño de su edad.

   Esto no es como el adoptar un animal de compañía, que es un ser vivo y, consiguientemente, necesita- do de una serie de cuidados lógicos. Si el tratamiento que se les de a estos  muñecos es la simple posesión, como un muñeco de lujo. como el que tiene una muñeca de porcelana, no tendría mayor importancia; el problema puede surgir cuando, como reconoce alguna de sus poseedoras, lo viste, pasea, baña, le habla y duerme. Aunque la apariencia tan real desate  mecanismos sentimentales, no deja de ser un tema para tratar con el psicólogo; salvo que esté recomendado en casos puntuales como en mujeres con Alzheimer para tratar de revivir sentimientos de cuando eran madres.




  

    UN NUEVO SINDROME



   Además de los síndromes más comunes de genética médica, las nuevas tecnologías hacen que aparezcan nuevos síndromes relacionados con el uso abusivo e indiscriminado de los medios a su alcance. Según un estudio realizado en la Universidad de Essex en el Reino Unido, tres de cada diez personas están afectadas por lo que se denomina FoMO (Fear of Missing Out) o miedo a perderse algo.
   Dan Ariely, investigador de la Universidad de Duke en EE.UU., establece que los afectados por este síndrome lo son como consecuencia del exceso de información al que estamos expuestos en las redes, que hace que se sientan frustrados e inseguros, muchas veces motivado por verse excluidos o aparentemente desplazados en algunas de las redes sociales por las que transitan; y en respuesta, esas personas tienen la necesidad de publicar y comentar sobre si mismos, con el fin de aparentar una imagen mas interesante a ojos de los demás.

   Podría definirse el síndrome como la ansiedad que sufren algunas personas por perderse la oportunidad de pasar un buen momento, de encontrarse protagonista;  una sensación que acrecientan las redes sociales al convertirse en un escaparate de lo que hacen los demás.
   El investigador y psicólogo Andy Przybylski determina que el sufrir un alto grado de afectación, pueden desarrollar otros trastornos porque “El temor a perderse algo  no es nuevo, pero el aumento de los medios sociales ofrece una ventana a la vida de otras personas que nunca se cierra, y las personas con un alto grado de FoMO viven en una realidad paralela”
   Ya empieza a resultar preocupante el ver a tanto joven en grupo sin dialogar, solo pendientes de sus móviles o tabletas; o personas paradas o andando en medio de la calle contestando a mensajes sin observar si con su actitud está provocando interrupciones o poniendo en peligro su integridad física. De la estúpida y peligrosa costumbre de conducir un vehículo mientras se mantiene una conversación telefónica, con el teléfono pegado a la oreja y, por tanto, sin acompañar el volante como es preceptivo, se está viendo el hacer lo mismo pero de una forma más peligrosa si cabe, pues se intenta escribir mensajes, con lo que supone de separar la vista del frente por donde se conduce.
   Es la parte negativa de la tecnología, pero no por ella misma, sino por un uso inadecuado. Son juguetes peligrosos en manos de gente débil, incapaz de controlarse. Es como el jugador adicto o el empedernido vicioso. Es como una nueva droga tecnológica al alcance de cualquiera, capaz de ayudarte y facilitarte el trabajo y las relaciones, siempre que, como toda droga, seas capaz de no perderte por ella.

  

   EXPRESION DE UN PUEBLO VIVO


     Independientemente de que creamos o no, de que se tenga fe o se sea agnóstico, lo cierto es que la tradición cristiana ha inundado nuestras vidas desde hace siglos, y las ha condicionado para bien, pues al margen de muchos errores que en nombre de la Cristiandad se puedan haber cometido, el balance final, la herencia de tanta fe durante tantos siglos es una sociedad abierta, tolerante y libre.

     Como en todas las primaveras, los tambores y cornetas invaden las calles de todas las poblaciones y un sentimiento religioso, como expresión de un pueblo vivo que demuestra su forma de ser, celebra la Semana Santa saliendo a mostrar su sentimiento en las diferentes formas de participación que este acontecimiento requiere.

    Ser cristiano, hoy, conlleva la obligación de hacer profesión de fe y dar ejemplo de convivencia en tolerancia y libertad; y en la celebración de esta representación histórica puramente cristiana, extrañamente conviven sentimientos encontrados, pues en ella participan gentes de muy diversa condición social, cuyas ideas políticas, en muchos casos, no siempre concuerdan con lo que representa la Pasión y Muerte de Cristo.

     Para cada cual es algo diferente. Sentimiento religioso, manifestación cultural, festiva o artística. Pero, para muchos, especialmente los que tienen arraigada ancestralmente estas vivencias, es expresión de un pueblo vivo, que demuestra su forma de ser, de percibir la vida. Dolor, misterio, Pasión y arte. Música y flores. Vestas y capirotes. Expresión sentida de tristeza confundida con la belleza más absoluta, con los detalles más cuidados en el adorno de pasos, estandartes y mantos.

     Es la grandeza de la representación de aquel mensaje, de aquel gesto de amor infinito hacia los hombres que se ha transmitido durante generaciones; que también es un mensaje de respeto a los demás, de tolerancia, de libertad de elección, pero también de convicción en la fe, de seguridad en las creencias de cada uno; desde sus diferentes posiciones sociales y políticas, pero unidos en un sentimiento colectivo y personal. Es la propia esencia del ser humano, de su condición de hombre libre.