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VIDA CONSAGRADA

   Parece una contradicción pero es la realidad. La ideología social-comunista, la que predica contra la Iglesia Católica (de las otras mantiene un prudente silencio), se sirve habitualmente de ella, o de algunos miembros que la profesan, para usarlos como ariete en aquellos lugares o situaciones que sean propicios para sus intereses. Aún se recuerda en España su introducción e ideologización del movimiento cristiano HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) a partir del año 1946, adoctrinados para crear un movimiento obrero donde la mayoría de sus componentes fueron los creadores de las Comisiones Obreras dirigidas por el Partido Comunista, o bien fueron  adiestrados para la creación en las empresas de células de acción dirigidas a sensibilizar a los trabajadores.

   Posteriormente, España ha exportado a muchos países, principalmente a Hispanoamérica, legiones de sacerdotes de diferentes congregaciones, en especial de los jesuitas, predicando la palabra de Dios desde un prisma peculiar que ha llegado a hacer escuela en países inmersos en revoluciones, cuando no directamente participantes en grupos guerrilleros; caso del zaragozano Manuel Pérez y otros compañeros más que combinan la prédica del evangelio con el fusil en el Ejército Liberación Nacional (ELN), nada menos que con la categoría de jefe.

   Todo esto me ha venido a la memoria porque, con mucha asiduidad, están apareciendo con constante exposición mediática dos monjas que viven en Cataluña: Lucía Caram y Teresa Forcades, prestándose, con sus hábitos, a hacer proclamas políticas. Lo que empezó siendo un contrapunto informal con el tiempo y la aprobación de ciertas televisiones y radios, se convirtió en auténticos mítines en donde se atacaba a una formación política en particular y se ensalzaba el independentismo en Cataluña.

   Sor Lucía Caram (Argentina, 1966), es monja dominicana del convento de Santa Clara de Manresa. Teresa Forcades (Barcelona, 1966) pertenece a la comunidad de monjas  benedictinas del Monasterio de Sant Benet, en Monserrat, es decir, que debe seguir los fundamentos de la vida monástica. Pero la realidad es que Teresa Forcades es fundadora y miembro de la plataforma “Procés Constituent” y dispuesta a a encabezar una candidatura rupturista de izquierdas en las elecciones catalanas, si se celebran, el 27 de septiembre. 

   Está visto que la exposición mediática con cámaras, luces y micros atraen más que la vida monacal; tanto es así que ambas se plantean la exclaustración para poder llevar a cabo sus intensas actividades.
No tardaremos mucho en verlas aparecer   en   algún   programa chusco  en  los que cada perso-naje cuenta  su escabrosa  vida, sus  miserias  y  su mala educa-ción. Allí, tal vez, puedan hacer buen  proselitismo   evangélico, aquello   para   lo   que,   según en principio creíamos, iniciaron su andadura.

PUREZA DEMOCRÁTICA


    Al joven Albert Rivera habría que recordarle que la juventud no es solamente un tiempo de la vida, sino también un estado del espíritu; por eso, el hablar de edades, cuando se está en la que se cometen bastantes imprudencias, puede dar lugar a realizar manifestaciones tendenciosas donde, en la mayoría de los casos,  te aplaudan unos y te puedan sonrojar otros.

   Dice Albert, ese apuesto político catalán que ha tenido que recomponer apresuradamente su partido para adaptarlo al resto de España, que la regeneración democrática pasa sólo por quien haya nacido en democracia. Eso significa, sin excepción, que todo aquél de más de 40 años no sirve para político sin que recaiga en él la sombra de la sospecha, llevando en sí mismo el pecado original antidemocrático

  Esto no deje de ser una manifestación más sobre la pureza democrática que tanto les  gusta usar siempre a los progresistas de izquierdas. Es el pregonar su pedigrí democrático, la exquisitez plural y la custodia de la razón, la verdad y las libertades; cosas que siempre nos venden como verdad inmutable y que además quieren que se les suponga por definición. 


   Posiblemente esta tontería del bueno de Rivera sea fruto, precisamente, de su juventud y de querer ir separándose del centro izquierda que pregona, sustituyendo a un socialismo en horas bajas; de otra forma no se explica muy bien de que no practique con el ejemplo y en sus listas apenas lleve a tres que cumplen con ese requisito, y uno, cuyo vídeo circula por las redes sociales, es de discurso penoso en su forma de expresión.

   Pero todo esto no importa, la mayoría de sus votantes le perdonarán, porque tiene un plus añadido a su juventud e inexperiencia: es guapo y tiene buena dicción, y mucho voto femenino lo tiene asegurado. Al joven Albert habrá que remitirle a la frase de George Bernard Shaw: “La juventud es una enfermedad que se cura con los años.”