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LA EXTREMA IZQUIERDA TOCA PODER


  Hay nerviosismo entre aquellos ciudadanos que de buena fe entendieron que votando a otras opciones políticas, diferentes a las que tradicionalmente las habían apoyado, se conseguiría frenar una crisis económica que suponían era consecuencia de una mala gestión y un mal enfoque en las medidas llevadas a cabo para la estabilización de la economía y la recuperación del empleo.

   Hay también nerviosismo entre gentes sensatas que aun votando al partido al que siempre lo habían hecho, comprueban con estupor que sus votos son utilizados para asentar en las instituciones a partidos cuyas formas y comportamientos distan de los principios acunados en su partido.

   ¿Cuál es el motivo de estos movimientos en el tablero político, que hace poner alerta a las buenas gentes? Sin duda, no puede establecerse que sea con un afán exclusivo de protagonismo en querer figurar como cabeza, cuando se ha sido cola. Tampoco, en muchos casos, la presunción de que con alianzas extrañas se podrá mejorar la gestión, ya que, como se puede comprobar, se les ha concedido el honor de gobernar en ayuntamientos y comunidades autónomas a populistas sin ningún grado de experiencia y con unas filosofías políticas superadas e históricamente fracasadas.

   El afán de apartar del poder, haciendo verdaderas piruetas con partidos distintos y distantes, a quienes hayan obtenido mayoría de votos en las elecciones, apunta a un futuro de ingobernabilidad en diferentes lugares. La experiencia nos enseña de la difícil convivencia entre individuos de tan distinta forma de pensar y proceder.

   El juego de las mayorías es garantía de democracia, pero las intransigencias a permitir que gobierne la lista más votada, lleva a un alto riesgo de deconstruir en poco tiempo muchas de las estructuras creadas con éxito a lo largo de décadas. Esas nuevas formas de gobernar que a tanta gente ha convencido sin pensar de donde saldrá ese maná que anuncian, no es más que un espejismo en el cual podemos caer y despertar con una realidad griega.

   A pesar de los sufrimientos por los que se ha pasado y los que mucha gente aún mantiene, no es nada comparable a cómo podríamos estar si hubiéramos sido rescatados por el Fondo Europeo y siguiendo las estrictas condiciones que nos hubieran puesto. Entonces sí que hubiéramos sabido lo que es penuria y miseria.
  
Esta extrema izquierda que nos quiere gobernar con la ayuda de algún partido tenido por sensato y con sentido de Estado, ha convencido en primera instancia a muchos ilusos y no pocos perdedores. El populismo radical ofrece proyectos retóricos sin garantía de consolidación y sin evaluar su costo; lo que nos llevaría a convertirnos en un país como Grecia, endeudado y en bancarrota, retrocediendo enormemente lo adelantado hasta ahora y con un futuro lleno de obstáculos que nos llevaría a salir de Europa.