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PEDRO SOLBES, EL CONSEGUIDOR

   Contribuyó activamente a intoxicar a la opinión pública con su aspecto desmayado y con un aire de sabio, exponiendo análisis deliberadamente trucados y maquillados sobre la crisis que ya empezaba a nublar el corazón de los españoles sensatos. Usó términos equívocos como aquellas “turbulencias financieras” refiriéndose a los vaivenes de la economía que empezaba a mordernos en la desbocada aventura temeraria en la que había entrado el Gobierno. Hoy basta con recordar sus solemnes frases doctorales sobre la buena salud de la economía en su debate con Pizarro –tan jaleado por la prensa adicta y por muchos políticos tan ayunos en economía como interesados en sus poltronas- para comprobar cuan burdas eran sus palabras,  dichas además en un tono displicente como es su costumbre. Por goleada –decían- había ganado el debate con un novato Pizarro que decía lo que el Gobierno no quería que dijese, es decir, la verdad. La verdad que hoy estamos padeciendo.
    En el mismo año 2008, dentro de su cadena de aciertos, sentenció que “el oro ya no es un activo rentable”, vendiéndose –malvendiéndose- la mitad de las reservas del Banco de España. Desde entonces hasta hoy ese metal no ha hecho más que revalorizarse continuamente. Un auténtico despilfarro del lucro cesante en una operación que poco se ha hablado de ella en estos momentos.
   Ya en 2007 propició la entrada italiana en Endesa, cuando había una OPA por el total de las acciones de la alemana E.ON. Actualmente Endesa solo es una filial del grupo italiano, que controla el 90% los derechos políticos y económicos
Cuando su prestigio rozaba la alfombra decidió apartarse de la política con ese ceño fruncido tan característico y con el párpado a media asta, como era su costumbre cuando ponía cara de sabio despistado.

Ahora, mucho después del plazo que nos han puesto para los demás para llegar a una posible jubilación, el representará los intereses privados de dos multinacionales: Barclays España y la compañía eléctrica italiana Enel; sectores a los que pudo beneficiar en sus decisiones como ministro –o no-. Parece que se ha asegurado un buen sueldo de 300.000 euros anuales; eso si, sin renunciar a la paga vitalicia que tiene como ex comisario europeo, a los emolumentos correspondientes a su etapa en la función pública y a las pensiones como ex diputado. Nada, una minucia para tan alto personaje.

Atrás queda su soberbia interpretación en los dos debates televisados con el “pobre” Pizarro, la economía española hundiéndose en la miseria y los parados desesperados, tocados y hundidos. 

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