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 VIDAS DIVERGENTES

   Dos acontecimientos han ocurrido en corto espacio de tiempo, pero que simbolizan enormemente dos formas de vida, dos destinos diferentes.

   La muerte de Vaclac Havel, el gran humanista y escritor que llevó la libertad a Chequia después  del mandato del sátrapa comunista Husak y la muerte también del dictador norcoreano Kim Jong-il, conocido por su programa de misiles balísticos y capacidad nuclear y  último vasallo de China y del comunismo stalinista más rancio y feroz, capaz de hacer vivir en la más absoluta miseria a los ciudadanos de esa mitad de Corea.

   Dos muertes de dos personas tan distintas, tan distantes. El primero rehaciendo el país tras el paso de la bestialidad comunista, reorganizando la convivencia en libertad y proyectando la riqueza cultural y encaminando a su país por la senda europea democrática. El segundo, gobernando con mano de hierro una parte de la península de Corea dividida tras la Conferencia de Yalta, en donde Corea del norte se convirtió, por obra y gracia de la Unión Soviética en la República Popular de Corea del Norte, con capital en Pyongyang y bajo el liderazgo del dirigente comunista Kim iI-sung hasta 1994, fecha de su muerte y dividida como ocurriera en las dos Alemanias.

    Su hijo Kim-Jong-iI se convirtió en el paladín del comunismo recorriendo universidades europeas para colocar lotes de obras completas del Camarada Presidente, totalmente infumables e invitando a viajar, bajo la tutela del partido a la tierra prometida de los Kim. En España encontró a un Santiago Carrillo deseoso de seguir su estela y conseguir su dinero, pues parece ser que el que recibía de su amigo rumano Ceaucescu, no era suficiente para mantener los cimientos de su ruinoso partido.

   Dos vidas infinitamente distintas. Uno, entregando su vida para conseguir la libertad y el derecho a vivirla en todas sus formas de la existencia individual y social. El otro, empeñado en desarrollar carísimos programas militares y de armas nucleares, mientras la hambruna se enseñorea de la población. Uno, dejando una herencia inestimable, tanto cultural como económica. El otro, con un heredero a imagen y semejanza de él mismo. Pobre Corea del Norte, pobres ciudadanos.