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LOS CONSEGUIDORES

    El próximo mes de mayo los ciudadanos padeceremos la campaña electoral de los variopintos partidos que se presentan a las elecciones municipales y autonómicas. Y como siempre, los mensajes de todo tipo y condición difundidos a través de carteles, mítines y la, aún no desterrada, megafonía callejera, intentarán y conseguirán aburrirnos con tan ineficaz y obsoletos métodos.
   Como los bodorrios folclóricos de ricos, las formaciones que aspiran a situarse en cualquier espacio en el que se presenten echarán la casa por la ventana. Unos, esquilmando a algunos bienintencionados seguidores de las ideas que dicen representar o de interesados con ideas de futuro, otros solicitando créditos que en muchos casos resultan de difícil devolución y, los menos, los que juegan con la ventaja de gastar lo que no tienen pero que la Administración les provee.

   Las subvenciones que ingresarán en sus arcas para sufragar sus campañas electorales (se habla de transferencias por valor de 131 millones de euros, un 33,3% más que el año anterior), más lo que reciban posteriormente por cada voto conseguido, resulta escandaloso en unos momentos en que la economía española está navegando por un mar de gran inestabilidad, el que tan alegremente se dilapide un dinero que hace falta para situaciones mucho más importantes.
   Luego todos nos prometerán lo que saben que no podrán cumplir, y además se amparán en lo mal que está la economía y de que todos debemos apretarnos ese cinturón milagroso que tanto sirve para un roto que para un descosido, mientras pueblan las listas con gentes que se encuentran encausadas y pendientes de juicios, por asuntos generalmente relacionados con el trinque, la recalificación, los despachos de influencias y otras bagatelas tan solo al alcance de políticos y allegados. Y es que lo importante realmente es que no se acabe el momio.

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