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   LOS ASALTA CORRALES

   Cuando dirigentes comunistas instalados en nuestro Parlamento nos quieren convencer de que los pillajes son una contribución al debate de las ideas, me viene a la memoria la frase de Jean-François Revel cuando decía, refiriéndose a la caída del Muro de Berlín, que le daba en la nariz que el supuesto cadáver aún daría guerra: . «El Muro —dijo entonces con el amargo escepticismo de los que están de vuelta— cayó en Berlín, pero no en los cerebros».

   El asalto a comercios y entidades bancarias, así como las ocupaciones temporales de fincas y lugares emblemáticos, no es mas que la tergiversación del sistema  democrático, como si éste no fuese ya un sistema imperfecto y nivelador de las formas políticas, pues equipara a los prudentes y a los estúpidos, a los sabios y a los necios, a los valerosos y a los cobardes, a los honestos y a los miserables, con el riesgo añadido, como podemos ver constantemente, de que se deslice a la demagogia y a la corrupción; aunque más útil y benigna para las sociedades que cualquier otra forma política al garantizar la alternancia y excluyendo la exclusión.


   Pero todo ello no es óbice para que en su seno se produzcan reacciones primitivas y contrarias a la ley queriendo darle forma de justicia y que, además de esto, siempre haya alguien dispuesto a encontrarle la parte positiva demagógicamente; demagogia consistente en amparar un delito por el estado de penuria que pueda llegar a tener un individuo. Teoría ésta de firme arraigo marxista de rebeldía y de rechazo de la autoridad ante una eventual desgracia, convirtiendo en héroes a lo que no son más que simples saqueadores de comercios amparados, en este caso, por unas siglas de un sindicato minoritario y testimonial dirigido, megáfono en mano, por un personajillo célebre en su pueblo por reivindicar el comunismo como alternativa al sistema, pero sin renunciar a las prebendas y beneficios económicos de un cargo de representación popular que, además, le provee de cierta inmunidad de la que abusa constantemente y de la que no está dispuesto a dimitir.





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