EXPRESION DE UN PUEBLO VIVO
Independientemente
de que creamos o no, de que se tenga fe o se sea agnóstico, lo cierto es que la
tradición cristiana ha inundado nuestras vidas desde hace siglos, y las ha
condicionado para bien, pues al margen de muchos errores que en nombre de la Cristiandad se puedan
haber cometido, el balance final, la herencia de tanta fe durante tantos siglos
es una sociedad abierta, tolerante y libre.
Como en todas
las primaveras, los tambores y cornetas invaden las calles de todas las
poblaciones y un sentimiento religioso, como expresión de un pueblo vivo que
demuestra su forma de ser, celebra la Semana
Santa saliendo a mostrar su sentimiento en las diferentes formas
de participación que este acontecimiento requiere.
Ser cristiano,
hoy, conlleva la obligación de hacer profesión de fe y dar ejemplo de
convivencia en tolerancia y libertad; y en la celebración de esta representación
histórica puramente cristiana, extrañamente conviven sentimientos encontrados,
pues en ella participan gentes de muy diversa condición social, cuyas ideas políticas,
en muchos casos, no siempre concuerdan con lo que representa la Pasión y Muerte de Cristo.
Para cada cual es algo diferente.
Sentimiento religioso, manifestación cultural, festiva o artística. Pero, para
muchos, especialmente los que tienen arraigada ancestralmente estas vivencias, es
expresión de un pueblo vivo, que demuestra su forma de ser, de percibir la
vida. Dolor, misterio, Pasión y arte. Música y flores. Vestas y capirotes.
Expresión sentida de tristeza confundida con la belleza más absoluta, con los
detalles más cuidados en el adorno de pasos, estandartes y mantos.
Es la grandeza de la representación de
aquel mensaje, de aquel
gesto de amor infinito hacia los hombres que se ha transmitido durante
generaciones; que también es un mensaje de respeto a los demás, de tolerancia,
de libertad de elección, pero también de convicción en la fe, de seguridad en las
creencias de cada uno; desde sus diferentes posiciones sociales y políticas,
pero unidos en un sentimiento colectivo y personal. Es la propia esencia del
ser humano, de su condición de hombre libre.
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